Entre la sensatez e insensatez se abre todo un Océano o quizá una  delgadísima línea, para ello no necesariamente interviene la edad física, sin lugar a  duda. El sello de identidad de aquellos que durante toda su vida, lo más característico de ellas, fue eso, precisamente su INSENSATEZ, en especiales circunstancias de su propia trayectoria, son denominado como arranques de locura  donde la consciencia es la reina del submundo, ignorancia, desconocimiento, inmadurez, locura, desarraigo, desvinculación, y la inercia rotativa desprende sus ejes principales al albedrío del viento, o al arrebato del más temible de los tornados
Inconsciente   o no, los resultados, las consecuencias de unas acciones, ratifican  el trayecto realizado, y los destinos o puertos  visitados .

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En la calurosa tarde del mes de Julio, ante el sigiloso avanze del ritual más eterno, el tiempo, ese trancurrir de la noche al día, del día a la noche, dejándonos a todos en lo ya inexistente, un  presente que ya se fue, en un sueño que se ha disuelto sin   apenas reconocer que ha sido soñado, y la realidad plasmada en la alta nube sinuosamente coloreada con las ráfagas lejanas de los rayos del Sol despertando así en la lejanas inmensidades del infinito, como al abrir y cerrar mis ojos volando rauda como la asustada Oropéndola.
   Volver al resplandor del campo y sus habitantes diminutos y cada vez menos frecuentes, la mariposa sobre el cardo aleteando bajo el ardiente sol, la mariquita rescatada del agua del estanque donde se ahogaba sin remisión, y poco más retirado, los tritones que ya no se ven.

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     Los ruidos del  cuerpo, aquellos que los oidos son incapaces de oir. La  primera vez que escuché decir esta expresión, llamó mi antención , no me resultaba especialmente extraña, pero definia con exactitud lo que en muchas oac asiones, en el más absluto silencio de las noches en las que por  diferentes razones, es imposible dormir, estos ruidos internos son excesivos, y ciertamente podemos oir como  se manifiesta desde la uña de pie hasta el último poro del cuero cabelludo, más son de esas cosas que las dejas devanecer sin querer escucharlas.
     Con dificultad para transcribir las últimas palabras de una disertación, es creada una forma diferente de lo relativamete evidente, y por ello, con toda probabilidad de alejarse de su contenido intrénseco, así es como temo que  haría si decidiera  contar aquellas definiciones generales de los "RUIDOS DEL CUERPO" .  Tanto o más escándalosos que el repentino giro de la polea movilizando las sartenes y demás cacharería colgadas, chocándose entre sí, con el sobresalto pertinente, pero , nada, fue eso, SOLO un estrepitoso ruido, seguido por el eco de la indiferencia  más absoluta, o la necedad más amplia.

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