En la calurosa tarde del mes de Julio, ante el sigiloso avanze del ritual más eterno, el tiempo, ese trancurrir de la noche al día, del día a la noche, dejándonos a todos en lo ya inexistente, un presente que ya se fue, en un sueño que se ha disuelto sin apenas reconocer que ha sido soñado, y la realidad plasmada en la alta nube sinuosamente coloreada con las ráfagas lejanas de los rayos del Sol despertando así en la lejanas inmensidades del infinito, como al abrir y cerrar mis ojos volando rauda como la asustada Oropéndola.
Volver al resplandor del campo y sus habitantes diminutos y cada vez menos frecuentes, la mariposa sobre el cardo aleteando bajo el ardiente sol, la mariquita rescatada del agua del estanque donde se ahogaba sin remisión, y poco más retirado, los tritones que ya no se ven.
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No es visible una gran cantidad de identificar al respecto. Supongo que usted ha hecho algunos comentarios agradables en cuenta también.