La lluvía, ha cesado, su tregua nos permite salir de la chimenea, dajar aparcado los juegos de mesa, y, pasear  hasta las encinas repletas de olivas majestuosas e inmensas. En el camino D. Antonio montado sobre los veteranos lomos de Pardo, un mulo blanco con algo más de veinte años. Ambos desciende por la pendiente constante de la zona, las terrazas se asoman al tomar la curva sobre el safalto  resquebrajado, donde la herradura de "Pardo", se hace aún  más sonora, el zurrón cae por cada uno de sus costados, al igual que las piernas de su jinete, desde donde cuelgan a la vez otros sacos de rafia. El jinete, posa con gusto, y nos cuenta que nos es la primera vez que le piden ser fotografíado ...

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