Después de una sábado intenso, el domingo no lo fue menos, otro escenario, en medio de los campos cuyo horizonte se plegaba entre las montañas de Gredos.  Aún a pesar de las fechas y en las puertas del verano la temperatura es agradable y bajo la parra  llena de panzas  o cunas donde dormitan los gatos sobre la tierna techumbre, se dispuso la mesa para el almuerzo mientras el persistente zumbido de las abejas entonaban el aviso de su gran cercanía. El temor de uno de los visitantes a ser picado por una de ellas, le llevó a la solución más rápida, echarlas del lugar  como fuera (instinto humano, te  mato y así no molestas) se dirigió con un spray insecticidas hacía ellas. Fue superior a mí,  hasta mi memoria acudió el documental de las Águilas americanas, extinguidas por el TDT, ahora también están e peligro no solo las abejas, sino cientos y cientos de otros¡ minúsculos y  diversas  especies de toda clase de animales. Me enfrenté a tal desaguisado y dos argumentos se encontraban frente a frente, Un riesgo de ser picados por ellas, su efecto nocivos ante una posible alergia, o el ser picados por no sólo una sino varias, ante esta posibilidad, primero LA PERSONA, SI al insectidida. Otro argumento, impregnarte de una loción repelente y si vienes hasta el campo de visita deja a sus habitantes como están.  ¿Venimos al campo a destrozar la naturaleza?... ( Es evidente que sí, esto es lo que sucede diariamente en cualquier punto, cualquier persona del asfalto, o no asfalto, creyéndose muy por encima de otro elemento vivo inferior a él, puede derrocarlo, por que sí.
 
Donde vivo esto sucede desde la concejalía de  MEDIO AMBIENTE, éste en vez de protegerlo, día a día se carga cientos y cientos de animales que subsisten entre las flores silvestres y demás hierbas que afloran en los parques asilvestrados del municipio. Ya no son las primeras amapolas de la recién nacida primavera, sino cada vez que resurgen el tractor arrolla todo a su paso, desde aquella primera vez en la segunda semana de Abril, , hasta hoy ya son cuatro veces  las que han sido sesgadas. Otra cosa es segarlas cuando se secan para evitar posibles riesgos de fuego.

  La incongruencia es de tal envergadura, que por puro agotamiento  moral uno se retiraría  del mundo , (si ello fuera posible, al menos sin ese sentimiento de estar atrapado en una red como en la que caen tantas especies en el mar y...).

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