SENDERISTACONCOMPACTAYLAPIZ

               Nuevamente me conquista el sonido del Arpa mientras camino por la plaza de Oriente, allí está el peculiar artista en el centro mismo de su "mandala". La hiedra artificial trepa por la figura majestuosa  con sus múltiples cuerdas vibrantes entre los dedos largos de quien la sostiene inclinada hacía él en humilde veneración por arrebatarle una tras otra las notas que embelesan al paseante sustrayéndole del más de los profundos abismos.

 Mis pies danzaban sin reparo alguno al son  melodioso que embargaba mi alma según caminaba y olvidé de donde llegaba ni hacia donde me dirigía.  Sin prisa, con toda la mayor de las calmas, formé parte del gran círculo y en cuclillas escuché una tras otra  deleitándome con cada una de sus interpretaciones